Móvil: Convertirse en piedra

Convertirse en piedra es la primera exposición individual de Richard Ibghy y Marilou Lemmens en Sudamérica. Fue impulsada por Transitive Properties, un proyecto curatorial de investigación a largo plazo ideado y desarrollado por Sylvie Fortin para indagar sobre la deuda de la economía y del mundo financiero con la hospitalidad.

Inauguración: sábado 22/03, 18:00hs

En Convertirse en piedra, Richard Ibghy y Marilou Lemmens combinan crítica con humor para explorar la financiarización de la naturaleza y su impacto en todas las formas de vida.

Un CEO levita…
Y pierde la cabeza.
El agua gorgotea su amor eterno
por una montaña.
El delirio de un político ensucia
un campo con fábricas.
Los dueños de un auto híbrido cantan loas al ahorro en una tormenta de nieve.
Una vicuña interroga a extranjeros
sobre su adicción al polvo energético.
Una garita sigue en guardia,
sus fantasmas vivos, resistiendo.
El capital natural renderizado
en hilo y acetato.

Con dos nuevas instalaciones y un epílogo, la exposición Convertirse en piedra es el primer fruto de la residencia de investigación de Ibghy & Lemmens que tuvo lugar durante dos meses en Argentina en el otoño de 2023, cuando viajaron a los epicentros de minería y resistencia ciudadana en La Rioja y Jujuy.
Performativa y exploratoria, Convertirse en piedra adopta el ensamblaje como enfoque artístico y filosófico. La exposición aúna materia, imágenes, palabras y el espacio-tiempo para hacernos sumergir en un campo multisensorial donde podemos pensar las nociones en disputa de «transición» energética y sustentabilidad de un nuevo modo. Modulando la crítica con humor, Convertirse en piedra también contextualiza la financiarización de las crisis climática y de biodiversidad en relación con el cambio arrasador en la valorización encabezado por la creciente rentabilidad del capital natural. Estamos viviendo un cambio de paradigma, una reconfiguración global en la que la insaciable expansión del capitalismo ya no depende principalmente del trabajo o de la producción. Esta es una era de capitalismo neofeudal, la unión entre el pensamiento mágico y la barbarie. La valorización es ahora un acto de habla, con muchas víctimas.
La instalación de múltiples canales llamada Una asamblea animada superpone animación con material «documental» y nos invita a reflexionar sobre la relación entre la descarbonización energética, las zonas de sacrificio y la economía de las energías limpias. A través de tres pantallas, la obra nos convoca a una reunión polifónica: una constelación de entidades con distintos roles e intereses en la ecologización del transporte. Nos encontramos con personajes animados en baja calidad, con una estética obsoleta que remite a los videojuegos: una pareja de norteamericanos dueños de un auto híbrido, un funcionario canadiense electo, el CEO de una empresa minera internacional instalado en Argentina, una garita, una vicuña y agua. Los personajes se turnan para aparecer en pantalla y nos suscitan a reubicar nuestra imaginación, a ver el mundo nuevamente desde su lente reflexivo.
La instalación Relatos desde lo subterráneo escenifica pequeños ensamblajes coloridos con títulos escritos a mano sobre una base monumental. Como maquetas, estas esculturas abstractas y hechas a mano materializan los gráficos, cuadros, mapas y esquemas bidimensionales desarrollados para representar las formas emergentes de valorizar los recursos naturales. Son relatos que otorgan legitimidad, a través de los cuales científicos, consultores políticos y economistas contemporáneos proponen posibles modos de valorización de los recursos naturales, los normalizan y escriben cómo nuestros futuros en desarrollo serán capturados. Cada modelo lleva un título que refiere a la leyenda original del gráfico fuente. Estos títulos hacen con la lengua lo que los escultores hacen con la materia.
La base escultural de la instalación —en sí misma un ensamblado de rectángulos de diferentes tamaños en escala decreciente— evoca un gráfico, una construcción de tres torres venida abajo o una letra «E» mayúscula con trazos que se extienden (o retraen) en el espacio. Su tamaño y solidez remiten a la «autoridad» del discurso económico y dan forma material a su esencia ideológica. La base también sugiere escalabilidad.
Oscilando entre imagen, objeto y arquitectura, esta base performativa también coreografía nuestro desplazamiento por el espacio. Sus lados largos —el tallo y los trazos— nos convocan a mirar de forma secuencial y procesional: tan sólo asimilamos unas pocas de las doscientas frágiles pero locuaces esculturas por vez, una tras otra. Ajustamos nuestra percepción a su coloquio. Reflexionamos sobre las relaciones entre la forma, el material y el título. Entendemos el chiste. Nuestros pensamientos espontáneos entran en juego. Hacia el centro de la estructura —en el interior de esta instalación—, nos vemos rodeados por tres lados, envueltos e inmersos en una conversación vibrante y multilateral llevada por palitos de bambú, hilo, acetato, papel, pegamento y sus sombras danzantes.
Esta danza, al igual que la escalabilidad inferida de la base, también transmite avance y retroceso, y una agilidad situada: la forma en la que vemos es transitoria y se adapta al lugar. Aloja un reservorio infinito de configuraciones posibles. Este reservorio bien podría ser la base del «otro mundo» que queremos, un mundo representado sucintamente en el epílogo de la exposición Matriz del capital natural. Esta obra vectorial y fungible se manifiesta como un dibujo de grafito sobre papel que ofrece un plano cartesiano de «mierdez», que representa el mundo en los ejes económico y ecológico. Este es el escenario en el que todos pierden (condensado en el uso repetitivo de la mala palabra) que el poder quiere que aceptemos. Pero hay mucho más espacio alrededor del plano, sin dibujar o quizá esperando a quienes puedan leer tinta invisible. Este es el espacio de lucha e imaginación.

Sylvie Fortin / traducción al español: Mariana Esnoz